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Capítulo 4 El Ser para la muerte Filosofía aquí y ahora Temporada 2

Suponiendo que la muerte y la vida son dos extremos de un mismo proceso, hemos decidido tomar a Heidegger para aproximarnos a una concepción de la muerte que la entienda como algo intrínsecamente humano e incluso, tal vez, como el principal problema filosófico.

Para abordar la muerte en Heidegger, primero nos introduciremos en los conceptos fundamentales que constituyen su filosofía de la existencia, para luego y dado la extensión de esta temática en su obra, remitirnos particularmente al “cualquiera anónimo” (el sujeto del cotidiano) y al consiguiente ocultamiento y negación de la muerte.

A estos aspectos hemos decidido relacionarlos, a modo de ejemplificación, con “La máscara de la muerte roja” (cuento de Edgar Allan Poe) y con “Ritos y costumbres funerarias en las grandes ciudades contemporáneas” (trabajo de Oscar Fidanza, profesor de la UBA, presentado en las primeras Jornadas Nacionales de Filosofía: “El hombre ante la muerte”, en la ciudad de Tucumán).

Partimos de la idea de que el sentido de la vida está en estrecha relación con el significado que se le otorga a la muerte. De esta manera, estos conceptos, Vida- Muerte, inevitablemente se remiten el uno al otro.

Para Heidegger en la angustia ante la muerte resulta puesto el “ser ahí” ante si mismo . Esto implica que, en tanto todo temor es temor a la muerte, no existe experiencia más allá del temor o angustia que permita una visión total de la humanidad como ser-en-el-mundo. Es necesario que el hombre enfrente su temor si pretende asumirse como un “si mismo”, puesto que enfrentarse a la muerte es, al mismo tiempo, enfrentarse a la vida.

Es menester, antes de continuar, comprender que solo la experiencia del temor proporciona un punto de vista del hombre en su totalidad. Huir del temor implica la fuga de si mismo, fuga que es característica del “sujeto del cotidiano” y que Heidegger denomina “derrumbamiento”.

Por otra parte, temor y miedo, según explica Luypen, son cosas radicalmente diferentes. Escapar del temor no conlleva necesariamente escapar del miedo, sino que por el contrario: cuando al “sujeto del cotidiano”, empeñado en ocultar su temor, éste se le aparece de repente, la única salida que le permite mantener su “sosiego” es la interpretación del temor como miedo.


Luypen explica: con respecto al miedo, lo siento “de” un determinado objeto pero “por” mi mismo o en mi nombre. Con respecto al temor, debemos decir también que lo siento “de” mi mundo como tal pero “por” mi mismo, por mi ser-en-el-mundo-como-tal. En el miedo el hombre se preocupa en tanto se siente amenazado por un determinado ser mundano, pero el temor no se siente de un objeto bien definido perteneciente al mundo, sino del mundo como tal. Es decir, se experimenta temor en tanto el mundo como mundo se revela como NADA.

Fuente: Al final 

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